El pudor de las ninfómanas

16.10.06

Mariconeces

Por vos podría ser el diablo que no acepta favores

y:
el gato que metieron por liebre
el tango que termina bien
el indio que reparte la chicha
el crucigrama que olvidó su solución

o:

tu adviento en Barlovento
el zorrillo con buen olfato
un rito pagano
una manzana sin desgano
tu nalga entumecida


Cuando don Jack Palans Vindas Bogarín compartía su confinamiento provisional allá en la “Hacienda” La Reforma (injusto, muy, algún juez resentido, dice él, y tenemos que creerle, debemos creerle, yo le creo justo amigo Vindas Bogarín, peleador de chafirro fino, ahí donde los haya) con algún pez gordo que disponía de compu, pantalla de plasma, surtidor de café gourmet, et al., me hacía llegar de cuando en cuando en correos electrónicos con parte de su sabiduría más callejera que la de muchos; luego de alguna diferencia con su compañero de celda, perdón de “sitio temporal de confinamiento” (alguna discrepancia banal con acaloramiento corporal y herida, también, con la temperatura del aire acondicionado por las noches, bahh nada importante, pocas puntadas, no más de veinte) fue traslado a un espacio que por no tener no tiene ni siquiera Wi-Fi. Pero, yo lo recuerdo amigo Vindas Bogarín y hoy vuelvo a compartir con los amables lectores estas perlas cotidianas, que “se pueden llamar de cualquier forma, son unas simples mariconeces”, decía en sus mensajes nuestro ilustre ciudadano.

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